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Por Carlos Rajo

Hay en este momento en Estados Unidos más de 47 millones de personas que reciben cupones de alimentos, mucho más que los 26 millones que los recibían en el 2007. Hay que preguntarse entonces, ¿por qué el programa ha crecido en los últimos años? ¿Por qué más gente recibe los llamados “food stamps”?

El tema está en la discusión pública debido a que la Cámara baja del Congreso con el voto de su mayoría republicana decidió que hay que cortar los fondos para el programa de los cupones de alimentos en casi 4 mil millones de dólares anuales por los próximos diez años.

El proyecto de ley de los republicanos debe todavía pasar por el Senado, donde los demócratas han dicho que no lo aprobarán precisamente por lo que consideran son crueles recortes al programa. Se habla de que si la ley se aprobara 3 millones de personas perderían sus beneficios y otros 850 mil los verían reducidos.

El Presidente Obama, igualmente, ha dicho que vetará el proyecto de ley, aun si pasa por el Senado. Sin embargo, algo debe ser aprobado antes de que termine septiembre, ya que la actual ley vence a fin de mes, y además de los cupones de alimentos la legislación también incluye las políticas sobre el campo (subsidios para agricultores en especial).

Más allá de cómo sea al final el producto legislativo o ley que se apruebe, el punto es que con los recortes aprobados por los republicanos ha surgido de nuevo el debate sobre los cupones de alimentos. Y la división no podía ser más brutal.

Para unos, hay que apretar las tuercas y reducir el programa para que gente que no lo necesita tanto -y que muchas veces lo recibe mediante el fraude- deje de recibirlo y mejor busque trabajo o se capacite.

Para otros, es un programa que ha salvado a millones de la pobreza y que no tiene ningún sentido hacerle recortes precisamente en estos tiempos de alto desempleo.

Un detalle de la división en el Congreso: ni un solo congresista demócrata votó por los recortes propuestos por el liderazgo republicano.

El programa de cupones de alimentos ciertamente ha crecido. En el 2001 para el caso, eran 17 millones de personas las beneficiadas a un costo de un poco más de $15 mil millones de dólares anuales. En este junio último, el programa servía a 47.8 millones de gentes, a un costo anual de alrededor de 75 mil millones de dólares.

Un detalle técnico: el programa no se llama más cupones de alimentos o “food stamps” sino Programa de Asistencia de Nutrición Suplementaria (SNAP, por sus siglas en inglés).

Y los cupones mismos no se reciben más en sellos de papel sino en tarjetas parecidas a las de crédito o de débito -’Electronic Benefit Transfer’ o EBT, por su nombre y siglas en inglés-  con la cual la persona adquiere los alimentos.

La idea de todo esto es que el beneficiario no se sienta humillado tanto por ser parte del programa -de ahí el cambio de nombre- como cuando va al mercado a comprar -así nadie se da cuenta que paga con cupones de alimentos-. (Una familia de cuatro, padre, madre y dos hijos, recibe en promedio un poco más de $500 dólares mensuales en cupones).

Algunos estados -Delaware, Kansas, New Hampshire, Utah, Vermont y Wyoming- ya han puesto en práctica restricciones similares a las que aprobó el Congreso, limitando así el número de gente que puede solicitar ser parte del programa de cupones de alimentos.

En Kansas por ejemplo, a partir del primero de octubre ya no se permitirá que alguien que está desempleado y que no es de la tercera edad y que tampoco está discapacitado y no tenga hijos pueda beneficiarse del programa (a no ser que encuentre trabajo o que esté en algún curso de capacitación). El cambio afectará a unas 20 mil personas en Kansas.

“El empleo es la ruta más efectiva para escapar de la pobreza”, señaló en su momento Phyllis Gilmore, Secretaria del Departamento de Familias y Niños de Kansas cuando se anunció la nueva política. Las restricciones se dijo, son “un esfuerzo para alentar el empleo en lugar de la dependencia en los beneficios públicos”.

Esta idea del empleo es precisamente uno de los puntos más discutidos en el debate sobre los cupones de alimentos. El argumento demócrata -y de muchos sociólogos y otros que estudian el tema- es que la razón por la cual más gente se ha inscrito en el programa en los últimos años es por el desempleo que generó la crisis económica financiera de 2008. Y que es también porque el país no ha terminado de recuperarse de esta crisis que sigue habiendo mucha gente desempleada que depende de los cupones de alimentos.

“Los cambios en el desempleo a nivel local son la razón de al menos dos tercios del incremento en la inscripción al programa (de cupones de alimentos) de 2007 a 2011”, señalan los economistas Peter Ganong y Jeffrey Liebman en un estudio sobre los mismos.

Otros estudios, como uno del Departamento de Agricultura del gobierno, llegan a la misma conclusión sobre la relación entre desempleo y más gente que solicita cupones de alimentos. En estados como Florida, que tiene ahora más de 3 millones y medio de personas que los reciben (casi el 20% de la población), el número de beneficiarios se duplicó entre 2008 y 2013, años en los que precisamente fue alta la tasa del desempleo -más del 11% en 2009 por ejemplo-.

El argumento republicano por el contrario, gira en torno a esa idea de la funcionaria de Kansas: de que hay que restringir el acceso al programa de los cupones de alimentos para que la gente sienta la necesidad o el incentivo de buscar trabajo. Y en no menor medida, para evitar el fraude en el programa (gente que supuestamente se beneficia sin realmente necesitarlo).

“No hablamos de eliminar el programa SNAP”, señaló el congresista republicano de Texas, Mike Conaway, miembro del Comité de Agricultura donde originalmente se propusieron los recortes a los cupones de alimentos. El objetivo de las restricciones, añadió el legislador, es “limitar el programa de asistencia pública a aquellos que reúnen los requisitos y cerrar las lagunas que han permitido a la gente sacar ventajas del sistema”.

La discusión apenas comienza y es seguro que no terminará pronto -de hecho, viene desde hace décadas-. Los cupones de alimentos, así como otros programas de asistencia pública, forman parte fundamental de la visión de la sociedad y el gobierno que tienen demócratas y republicanos. Para aquellos, programas esenciales para aliviar la pobreza y el sufrimiento. Para estos, programas no sólo demasiado costosos  y sujetos al fraude, sino aun peor, que fomentan la dependencia del individuo del gobierno.