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Por Carlos Rajo

Un día cuando se cuente la historia del futbol mexicano a nivel de selección nacional el cronista se referirá con tristeza y pena al momento este por el que pasa hoy el “Tri”, para algunos, el peor de todas las épocas. La derrota 2 a 0 ante Estados Unidos simplemente confirmó ese hoyo negro en que se encuentra México.

Hoy por hoy, el “Tri” no está clasificado para la Copa del Mundo 2014. Ni siquiera para la plaza que da la oportunidad de pelear en el repechaje con Nueva Zelanda el último boleto del área de Concacaf. Por mejor diferencia de goles, Panamá -sí, esa misma Panamá de los boxeadores y beisbolistas- ocupa el cuarto lugar en la clasificación para el Mundial.

La victoria de Estados Unidos en Columbus, Ohio ha caído como un mazazo en el mundo futbolero mexicano. La palabra crisis no es suficiente para describir lo que sucede con la selección. Además de crisis existe también la angustia de que el otrora gigante del futbol de la región no vaya a Brasil con lo que esto significa en pérdidas millonarias para muchos que hacen negocio con la selección (desde las grandes televisoras y firmas patrocinadoras hasta el restaurante o bar de la vuelta de la esquina que se beneficia con el entusiasmo que genera la presencia de México en el Mundial).

Y ni hablar por supuesto, del golpe anímico, al estómago, casi de nocaut a ese mundo futbolero que no termina de entender cómo este su “Tri”, de los jugadores que ganan carretadas de dinero, muchos incluso en grandes equipos de Europa, está haciendo aguas contra lo que en el papel son selecciones menores que la mexicana.

Si lo de Honduras el viernes fue durísimo por ser en el Azteca y ante un país más pequeño y menos desarrollado que México, lo de Estados Unidos el martes fue igual o peor. No sólo porque ahonda el sentido de que todo anda mal, de que todo es “un desastre” y “una tragedia”, como lo califica la prensa, sino porque fue ante el odiado rival. El que ha sido siempre por supuesto más grande y más rico, pero duro y tosco para el fútbol.

Vaya que si han cambiado las cosas para el “Tri”. Estados Unidos ganó sin discusión, sin pretextos. Sin ayuda del árbitro o cosa por el estilo. Simplemente porque supo aprovechar las oportunidades. Dos grandes errores de la defensa mexicana que facilitaron los dos goles, ambos en el segundo tiempo. Y el segundo gol, donde más duele a México -bueno, todos los goles duelen particularmente si se va perdiendo-, pero doloroso en el sentido de que quien lo convirtió fue el jugador estadounidense que sigue jugando su rol de villano favorito de la afición mexicana: Landon Donovan.

Partido parejo en la primera mitad, con oportunidades para ambos equipos, inclusive mejor México en ciertos momentos. En el comienzo daba la impresión que México llegaba claro de la urgencia de ganar y de que algo había hecho en la mente de los jugadores el nuevo técnico Luis Fernando “el Flaco” Tena. Los primeros diez o doce minutos fueron de una presión intensa de parte del “Tri”. Varias llegadas de peligro y un Estados Unidos que aunque nunca perdió la compostura ciertamente se veía contra la pared. Hubo varias buenas salvadas del veterano arquero estadounidense Tim Howard. Poco a poco sin embargo, el partido se fue igualando. México no pudo anotar y ya para el final de este primer tiempo el partido era para cualquiera.

Llama la atención algo que se ha venido repitiendo en varios juegos de México, antes por supuesto con el cesado entrenador “el Chepo” de la Torre y hoy con Tena: la falta de instrucciones a los jugadores para modificar tácticas y sacar ventajas ante un cambio o debilidad del rival.

Ante Estados Unidos fue claro que tanto el defensa derecho como el volante de ese lado eran el eslabón más débil del equipo de Juergen Klinsmann. Ambos sin mayores recursos con la pelota y claramente en desventaja ante la mejor técnica de gente como un Andrés Guardado o Giovani Dos Santos, ambos por cierto figuras en el fútbol español. Lo lógico era de esperarse que los jugadores se dieran cuenta de lo que sucedía o de que el entrenador les indicara que había que dirigir el juego hacia ese lado y aprovechar las limitaciones del defensa. Por lo que se vio, nunca hubo nada especial sobre ese sector.

En esto de la técnica hay algo extraño cuando se observa a equipos como el mexicano y el estadounidense. Los mexicanos tienen una facilidad con la pelota al pie en cierto sentido casi natural como cualquier suramericano, español o de otro país con tradición futbolera. Los estadounidenses por el contrario, se ven todavía duros, que les cuesta dominar y mover la pelota, que no es algo que les salga natural. Hacen recordar un tanto a los africanos, incluso por la fuerza física. El detalle por supuesto es que esta técnica es sólo un aspecto del juego. Aunque le cueste, si el jugador controla al fin el balón y la pasa aunque sea sin la elegancia o naturalidad del rival, es suficiente para mover al equipo y generar jugadas de peligro.

El primer gol vino en un tiro de esquina -el juego aéreo es uno de los fuertes del equipo estadounidense-. Ya en el primer tiempo el arquero mexicano Corona había hecho una gran atajada ante otro centro y cabezazo del delantero Eddie Johnson. En el gol fue un  error básico del portero quien salió ante el centro pero de pronto se quedó clavado y  sólo vio pasar la pelota y el mismo Johnson quien saltó hacia adelante para meter el cabezazo. El central mexicano Diego Reyes -quien recién se ha ido a jugar a Portugal- perdió la marca de Johnson y es sujeto hoy de críticas y comentarios sobre si tiene el peso suficiente para aguantar el juego aéreo de gente como el delantero estadounidense.

A partir del gol todo cambió. Volvió a ser el México sin ideas, desordenado, más de entusiasmo que de un orden táctico sobre a qué jugar y ante la presión de que los minutos corrían. Hubo varios cambios que le han sido criticados a Tena ya que mostraban más la desesperación que un propósito claro. Uno de ellos el de Oribe Peralta, centro delantero que entró a jugar en el mismo puesto del “Chicharito” Hernández (al final ninguno de los dos hizo mayor cosa).

El segundo gol sería otro error de la defensa mexicana. Un mal cabezazo del veterano Carlos Salcido que es aprovechado por el volante estadounidense Michael Parkhurst para desbordar y luego meter un centro al piso y al segundo palo que es recibido por Donovan. Ahí se definió el partido.

México ya no llegó más y la mayor parte del juego se desarrolló en el medio campo. Más tarde en el último minuto de tiempo de compensación habría hasta un penal a favor de Estados Unidos. Se lo hicieron a Dempsey -por cierto el jugador que junto a Donovan y el volante Beckerman son los de mejor técnica en Estados Unidos-. Lo tiró a la tribuna Dempsey, pero ya no importaba, el partido se terminaba.

El 2 a 0 repite lo que han sido los marcadores anteriores del “Tri” ahí en Columbus, Ohio ante Estados Unidos. Ciertamente es una cancha de mala suerte para el “Tri”. En este caso no sólo perdió sino que vio cómo su rival celebraba la clasificación al Mundial. México tiene dos partidos pendientes, uno en el Azteca ante Panamá y otro en San José, ante una Costa Rica que también ya clasificó para Brasil 2014.. Queda un mes para ver cómo se sale de ese hoyo negro.

Las críticas son feroces, no sólo para los jugadores sino para el cuerpo técnico y los directivos. Al parecer todo el mundo coincide en que hace falta una limpieza general en el “Tri”. La gente y el comentario deportivo quiere que se vayan todos -inclusive muchos jugadores-.

Que haya nuevo presidente de la Federación Mexicana de Fútbol, nuevo encargado de la selección y que se traiga a un nuevo entrenador. Y que por supuesto, se cambie a buena parte del elenco. No será fácil. Aun con la urgencia y las campanas de alarma que suenan día y noche, son los dueños de los equipos los únicos que tienen el poder de decisión. Pero además, se necesitará de un mago literalmente para hacer que el “Tri”, más allá de quienes sean los jugadores, cambie su manera de jugar. O que comience a mostrar lo que tanto le ha faltado: actitud, ganas de la victoria.

El “Tri” ha tocado fondo. Los próximos días serán claves para ver si se tiene la visión y el acierto de nombrar al técnico que salve la clasificación. Por lo que se mostró en Columbus, Ohio, “el Flaco” Tena no parece ser el indicado. Los dos partidos que restan en octubre serán la última oportunidad para pelear un lugar en la clasificación -sea directa o por el repechaje- y hacer que este capítulo negro en la historia del fútbol mexicano no sea tan triste ni penoso.