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AG Jeff Sessions Announces New Criminal Law Enforcement Action Against China

Source: Zach Gibson / Getty

El secretario de Justicia Jeff Sessions presentó su renuncia en una carta al presidente Donald Trump después de la petición de este.

El presidente dice que el asistente de despacho de Sessions, Matthew Whitaker, será interinamente el secretario de Justicia

La salida de Jeff Sessions al frente del Departamento de Justicia en realidad no ha sido muy sorpresiva.

Ningún otro funcionario del gobierno ha sido tan criticado y ridiculizado en público por el presidente como el ex senador de Alabama de 71 años.

Tanto es así, que su nombre emergió entre los posibles autores de un artículo de opinión anónimo y altamente crítico de Trump, publicado en The New York Times a inicios de septiembre.

La relación entre el presidente Trump y el fiscal general desde la toma de posesión de enero de 2017 ha sido tensa y compleja.

Aunque Sessions haya sido uno de los primeros partidarios de la campaña del millonario neoyorkino -de hecho, fue el primer senador en respaldarlo-, una nube gris empezó a enrarecer su relación luego de que su nombre apareciera entre los investigados en lo que sería conocido como “la trama rusa”, que vincula a no pocos miembros del gobierno y colaboradores con el gobierno de Vladimir Putin.

El 18 de julio y 8 de septiembre de 2016, Sessions se había encontrado en privado con el embajador de Rusia en Estados Unidos, Sergey Kislyak: una vez durante un evento de la Convención Nacional Republicana organizado por Heritage Foundation, y otra mucha más en privado, en la misma oficina del entonces senador por Alabama, en Washington, a la que también asistieron miembros de su equipo.

Ambos encuentros, si bien habían sido calificados como rutinarios, fueron tenidos en cuenta a la hora de recusar a Sessions como fiscal general por encontrarse su nombre dentro de la investigación a la interferencia rusa en las elecciones presidenciales.

Estas revelaciones contradecían de plano la declaración de Sessions en enero de 2017, en ocasión de su audiencia de confirmación en el nuevo cargo, cuando le aseguró al senador demócrata Al Franken que no estaba al tanto de ningún vínculo de miembros de la campaña electoral de Trump con el gobierno ruso.

Por ello, el 2 de marzo de 2017, el recién designado Fiscal General tuvo que admitir que no había respondido honestamente a las presuntas de Franken, si bien aquellos contactos con los rusos habían tenido lugar cuando él se desempeñaba como senador y no como representante de la campaña de Trump.

En esa ocasión, Trump aseguró que el error de Session no había sido intencional, aunque muy poco tiempo después las cosas empeoraron entre ellos dos. Tanto es así que Trump lamentó públicamente después haber nominado para el puesto de fiscal general a alguien con semejante antecedente.

Sobre todo porque, a medida que aumentaba la presión de políticos y medios de prensa, Sessions anunció que no participaría en ninguna investigación en curso o futura sobre temas relacionados con las elecciones presidenciales, y que desde su puesto en el gobierno dejaría de supervisarlas, delegando el asunto en su segundo al mando.

Su recusa abrió el camino para que el vicefiscal general Rod Rosenstein, nombrara a Robert Mueller como fiscal especial de la trama rusa, algo de lo cual Trump culpa a Sessions.

Pocos meses después, luego de que la justicia vetara la prohibición que el gobierno quiso imponer para que personas de varias nacionalidades de Medio Oriente y África viajaran a Estados Unidos, Trump escribió una serie de tuits que culpaban al Departamento de Justicia de Sessions -el encargado de defender esta prohibición en los tribunales- de no haberlo defendido con firmeza.

Varias fuentes aseguran que cerca del 6 de junio de 2017, Sessions pidió su renuncia.

A mediados de ese mes de junio, Sessions compareció ante el Comité de Inteligencia del Senado, donde una vez más negó cualquier participación suya en la interferencia rusa.

Al parecer Trump quedó complacido con sus palabras. Eso fue lo que transmitió su nueva subsecretaria de prensa, Sarah Huckabee Sanders: que el mandatario creía que el fiscal general Sessions había hecho un buen trabajo.

No había pasado un mes, cuando el 19 de julio de 2017, entrevistado por The New York Times, Trump le reprochó a Sessions que se abstuviera de todo lo relacionado con la investigación sobre su campaña presidencial.

“Sessions nunca debió haberse recusado, y si lo iba a hacer, debió habérmelo dicho antes de aceptar el trabajo, y yo habría escogido a otra persona”, manifestó el presidente.

Al día siguiente, Sessions enfatizó en una conferencia de prensa que permanecería en su puesto, “trabajando arduamente para servir al interés nacional”.

“¿Entonces por qué los Comités [del Congreso] y los investigadores, y por supuesto nuestro atribulado Fiscal General no investigan los crímenes de la desvergonzada Hillary y las relaciones con Rusia?” -ripostó Trump desde Twittter el 24 de julio.

Pero en esa ocasión, Jeff Sessions prefirió no pronunciarse.

Al día siguiente, Trump volvió a la carga en Twitter: “¡El Fiscal General Jeff Sessions ha tomado una posición MUY débil sobre los delitos de Hillary Clinton (¿dónde están los correos electrónicos y el servidor del Comité Nacional Demócrata) y los filtradores de información de inteligencia?”

Más tarde ese mismo día, en una conferencia de prensa conjunta con el primer ministro libanés Saad Hariri, Trump reconoció que estaba “decepcionado” de su Fiscal General y que deseaba que fuera “mucho más duro con las filtraciones de las agencias de inteligencia, que están filtrando información como raras veces se han filtrado antes en un nivel muy importante”.

El 26 de julio de 2017, Trump acudió nuevamente a Twitter para reprocharle a Sessions que no hubiera reemplazado al director interino del FBI, Andrew McCabe, “un amigo de [James] Comey que estaba a cargo de la investigación sobre Clinton, pero que recibió de ella y de sus representantes grandes sumas de dinero (700,000 dólares) para la carrera política de su esposa”.

Tras una breve tregua, en febrero del año siguiente Trump volvió nuevamente a la carga contra su fiscal general, usando su plataforma favorita: Twitter. El presidente cuestionó a Sessions por no haber investigado a los demócratas en relación con la intromisión rusa: “Pregunta: Si toda la intromisión rusa tuvo lugar durante la administración de Obama, hasta el 20 de enero, ¿por qué no son ellos objeto de la investigación? ¿Por qué Obama no hizo algo acerca de la intromisión? ¿Por qué los delitos de los demócratas no están bajo investigación? ¡Pregunta a Jeff Sessions!”

Los ataques se intensificaron en la primavera y el verano de 2018, en la medida en que la investigación del fiscal especial Robert Mueller condujo a la condena del ex jefe de campaña de Trump, Paul Manafort, y a la declaración de culpabilidad de su ex abogado Michael Cohen.

“La caza de brujas de la falsedad rusa continúa, todo porque Jeff Sessions no me dijo que se iba a recusar … Hubiera elegido rápidamente a alguien más.  Se desperdiciaba tanto tiempo y dinero, tantas vidas arruinadas … ¡y Sessions sabía mejor que nadie que no había colusión!”, escribió Trump en Twitter en junio.

En agosto, Trump dijo que Sessions estaba “asustado y desaparecido” y afirmó que los medios “se niegan a informar” en las reuniones sostenidas entre Christopher Steele, el ex oficial de inteligencia británico que escribió un dossier de investigación de la oposición sobre Trump y el ex fiscal adjunto adjunto Bruce Ohr.

Los ataques contra Sessions continuaron de manera imparable en Twitter ese mes; con el presidente insistiendo que debía examinar “la corrupción del otro lado”, refiriéndose a los demócratas y también afirmó que el propio departamento de Justicia estaba minado de corruptos.

Trump dijo en una entrevista que el fiscal general nunca “tomó control” del Departamento de Justicia, lo que llevó a Sessions a responder:  “Tomé control el mismo día que juré en el cargo”.

En medio de tal andanada,  la web Politico reportó que Donald Trump estaba haciendo lobby con senadores republicanos para que avalaran el despido de Sessions, el muy influyente senador Lindsey Graham, republicano por Carolina del Sur, reveló esa misma última semana que la relación entre Trump y Sessions era “irreparable”.

“El presidente ha perdido la confianza en Jeff Sessions -dijo en el programa Today de NBC News-Te digo lo que todos en el país saben, que esta es una relación disfuncional y que necesitamos una mejor”.

“Creo que esta relación es irreparable -prosiguió-. No le estoy pidiendo que lo despidan, pero la relación no funciona”.

Sin embargo, poco después Trump dijo a la prensa que no despediría a Sessions antes de los comicios de noviembre.

En septiembre, Trump la volvió a emprender contra su fiscal general en Twitter, por encausar a dos congresistas republicanos poco antes de las elecciones de noviembre. Y repitió la frase sarcástica que ya le ha dedicado antes: “Buen trabajo, Jeff”.

Y en una entrevista concedida en el Despacho Oval con Hill.TV y divulgada el 19 de ese mes, afirmó: “No tengo fiscal general. Es muy triste”.

Al margen de su principal recriminación -que Sessions se recusó de las investigaciones de la trama rusa- Trump dijo que su descontento tiene otras causas.

“No estoy feliz en la frontera, no estoy contento con muchas cosas, no solo con esto”, afirmó.

Sobre el posible despido de Sessions, dijo entonces: “Veremos qué pasa. Mucha gente me ha pedido que lo haga. Solo quiero dejar las cosas en paz, pero fue muy injusto lo que hizo”, concluyó refiriéndose a la recusación de su fiscal general.