Maduro moviliza milicianos tras despliegue militar de EE.UU. y Francia
Maduro moviliza milicianos
El régimen de Nicolás Maduro respondió con su acostumbrada retórica belicista al despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe, ahora reforzado por Francia. En lugar de atender la crisis social y económica que asfixia a millones de venezolanos, Maduro optó por movilizar a las llamadas “milicias bolivarianas”, cuerpos armados sin preparación formal, usados como instrumento político para sostener un proyecto autoritario cada vez más aislado en la comunidad internacional.
La administración estadounidense anunció recientemente un refuerzo militar en aguas del Caribe, justificando la medida como parte de una estrategia de disuasión ante amenazas regionales y para garantizar la seguridad marítima. Francia, en coordinación con Washington, se sumó a estas operaciones, incrementando la presión internacional sobre el régimen chavista.
Para Maduro, esto fue motivo suficiente para encender alarmas y presentarlo como un supuesto intento de invasión extranjera. Sin embargo, la realidad es clara: la presencia militar internacional responde al deterioro de la seguridad en la región y al colapso de un país convertido en epicentro de migración forzada, narcotráfico y actividades ilícitas con complicidad estatal.

La respuesta del régimen: milicias en vez de soluciones
En lugar de responder con diplomacia o medidas para aliviar la crisis humanitaria, Maduro recurrió a su narrativa de confrontación. Ordenó la movilización de las milicias bolivarianas, grupos creados por Hugo Chávez y que hoy superan los 4 millones de inscritos según cifras oficiales, aunque analistas independientes señalan que se trata de números inflados para propaganda.
Estas milicias, integradas en gran parte por civiles sin entrenamiento profesional, son usadas por el régimen como brazo de control social, instrumentos de represión en protestas y símbolos de “resistencia revolucionaria”. Su despliegue en este contexto no representa capacidad defensiva real, sino un gesto político para intentar mostrar fuerza ante la comunidad internacional.
La respuesta del régimen: milicias en vez de soluciones
En lugar de responder con diplomacia o medidas para aliviar la crisis humanitaria, Maduro recurrió a su narrativa de confrontación. Ordenó la movilización de las milicias bolivarianas, grupos creados por Hugo Chávez y que hoy superan los 4 millones de inscritos según cifras oficiales, aunque analistas independientes señalan que se trata de números inflados para propaganda.
Estas milicias, integradas en gran parte por civiles sin entrenamiento profesional, son usadas por el régimen como brazo de control social, instrumentos de represión en protestas y símbolos de “resistencia revolucionaria”. Su despliegue en este contexto no representa capacidad defensiva real, sino un gesto político para intentar mostrar fuerza ante la comunidad internacional.
Una estrategia peligrosa
Analistas militares coinciden en que la decisión de Maduro es peligrosa y contraproducente. Enviar civiles armados a simular funciones militares no solo expone a la población a riesgos innecesarios, sino que demuestra la precariedad de las Fuerzas Armadas regulares, debilitadas por la corrupción, la deserción y la falta de recursos.
Más allá de lo militar, el anuncio busca enviar un mensaje político: que Maduro sigue dispuesto a usar a la población como escudo ideológico frente a cualquier presión externa.
El fracaso de la diplomacia chavista
La reacción de Maduro demuestra la pérdida de aliados internacionales. Con excepción de unos pocos regímenes autoritarios que aún respaldan su narrativa, la mayoría de la comunidad global se mantiene distante. El ingreso de Francia al despliegue militar en el Caribe deja en evidencia el aislamiento del chavismo y refuerza la percepción de que el régimen es visto como una amenaza regional.
Reacciones de la oposición
Líderes de la oposición venezolana condenaron el anuncio de Maduro. Dirigentes advirtieron que la movilización de milicias es un acto irresponsable, que pone en riesgo a civiles y busca generar miedo interno bajo el pretexto de la defensa nacional.
“Mientras el mundo avanza en cooperación y diplomacia, Maduro insiste en jugar a la guerra imaginaria, movilizando a civiles en lugar de dar respuestas a la crisis que él mismo creó”, señaló un dirigente opositor desde Caracas.
La mirada internacional
La comunidad internacional ha observado con preocupación este nuevo movimiento del régimen venezolano. Estados Unidos y Francia insisten en que su despliegue es puramente disuasivo y no tiene como objetivo una intervención directa en Venezuela. Sin embargo, resaltan que la región no puede ignorar el impacto desestabilizador que representa un gobierno vinculado al crimen organizado y al narcotráfico.
Organismos multilaterales y defensores de derechos humanos también han advertido que la militarización interna en Venezuela incrementa la represión contra la disidencia y refuerza un sistema autoritario que se niega a abrir canales democráticos.
Las consecuencias internas
A nivel interno, la movilización de milicias podría tener varias consecuencias:
- Mayor represión política: Las milicias suelen ser usadas para intimidar a opositores y vigilar comunidades.
- Uso propagandístico: El régimen presentará estos movimientos como actos de patriotismo, buscando legitimar su poder.
- Riesgos de violencia: Poner armas en manos de civiles sin preparación incrementa la posibilidad de abusos y enfrentamientos internos.
En lugar de fortalecer al país, esta estrategia erosiona aún más la confianza en las instituciones.
El chavismo recurre nuevamente a la vieja narrativa del “imperio invasor” para justificar su permanencia en el poder. Cada vez que la presión internacional aumenta, el régimen responde con discursos de guerra, presentándose como víctima de conspiraciones extranjeras.
Pero detrás del discurso queda una verdad innegable: Venezuela vive bajo un sistema que prioriza la propaganda militar sobre la solución de los problemas de la gente.
La deportación de millones de venezolanos, el hambre, la falta de servicios y la represión sistemática no se resuelven con milicias ni con discursos de confrontación. La decisión de Nicolás Maduro de movilizar civiles armados en respuesta al despliegue militar de Estados Unidos y Francia solo confirma que el régimen no busca soluciones reales, sino perpetuar su poder mediante miedo y propaganda.
Mientras tanto, el país sigue hundiéndose en la crisis, y la comunidad internacional observa cómo un gobierno autoritario arrastra a la nación a un abismo más profundo de aislamiento y militarización.
Por Ysabel Chópite